Richard
Ford, Mi Madre
Anagrama, 2010
Reviso
mi primera lectura, que ahora se me hace tan lejana como instalada en mi
corazón. Tras un primer párrafo con los datos civiles de Edna Akin su Hijo
aclara:
Y sin embargo mi madre, a quien
amaba y conocía muy bien, me vincula a ese territorio extraño, a eso que fue su vida y de lo que en realidad no
sé ni supe nunca demasiado. Es una
cualidad de la vida de nuestros padres que a menudo nos pasa inadvertida y por consiguiente no le damos importancia. Los
padres nos conectan —por encerrados que estemos
en nuestra vida— con algo que nosotros no somos pero ellos sí; una ajenidad,tal vez un misterio, que hace que, aun
juntos, estemos solos...
El día que una vecina le habla de ella, siendo un niño,
descubrió a la mujer que veían los otros y...
...una
persona que era mi madre pero también alguien más. Pienso que después de eso nunca volví a dirigirme a ella sin esa
premisa, es decir, como me dirigía a cualquier otra persona que conociera. Es una lección que vale la pena
aprender. Y corremos el riesgo de
no conocer nunca a nuestros padres si la ignoramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario