viernes, 16 de mayo de 2014

¿Soy Madre?, de Alicia Herrero

Decidí no ser madre.
Aunque quizás sí soñé con ello; pero eso es otro cantar…

Ser madre, ser madre… ¿qué es eso? O tal vez debería preguntar cómo es eso.

Creo que sólo contemplé el QUÉ cuando tomé mi decisión. Y mi respuesta incluía aspectos que no coincidían conmigo en aquel entonces… ¿y ahora? ¡Ya! Pues tampoco ahora coinciden…

¡Yo qué sé! –me río ahora-, pensaba que una madre debía ser: serena, equilibrada, responsable, madura, generosa, tierna, valiente, justa, sabia… y a lo mejor, estar dispuesta a dejar de ser hija. Demasiado, ¿no? Sin duda yo pensaba, -desde la hija que era entonces- en la madre que habría querido tener…

Hace no tanto tiempo, hice una larga formación en la que trabajábamos principalmente con Bioenergética. Al finalizarla tuve la sensación de haberme parido a mi misma. Sí, de haber alumbrado a una niña que no era otra que yo misma; profundo trabajo de enternecimiento, de entrega amorosa a la vida…

Y pienso, -con mis nuevas ideosensaciones sobre lo que ser madre es- que eso es lo que toda madre hace con alguna o ninguna consciencia: una entrega amorosa a la vida. Y lo digo así porque creo que sólo de esta manera, aceptando el CÓMO y confiando en la propia vida, es como las mujeres que conozco llegaron a ser madres, que no necesariamente a parir hijos…

Volviendo a mí, pienso en algunas de las pequeñas cosas a las que he ido dando vida. Unas, apenas las concebí, ya echaron a andar por ellas mismas; rápidamente aprendieron a nutrirse fuera de mis entrañas y consiguieron mantenerse vivas. Otras crecen día a día gracias a mi esfuerzo y dedicación. Podría decir que es un esfuerzo amoroso pero hay algo que me lo impide. Porque yo dirijo su crecimiento en aquella dirección que creo me hace crecer a mí misma… Pero bueno, son sólo cosas… ¡mis cosas! (me río). Así que son como aquellos hijos que algunos padres crían por pura autocomplacencia…

Me encanta cuando algún escritor o escritora de novelas dice que, sin saber cómo ni cuándo, sus personajes tomaron vida propia y él o ella sólo pudo aceptar seguir contando su historia sin ningún control sobre ellos.

Me hace pensar en esta función maternal tan importante y generosa: la de soltar y dejar marchar. Ésa que tanto amor, confianza y generosidad requiere… ¡Ay! Esta “experiencia maternal” sí me atrevo a decir que la he vivido… ¿Y con quién y cómo? Pues con algunas personas que han trabajado conmigo en terapia; personas que han ido alumbrándose con mi acompañamiento y que deciden terminar la terapia en un momento que a veces considero prematuro… Y es que, como le pasa a las madres con sus hijos, me cuesta aceptar que ya tienen la suficiente madurez para autoapoyarse y autoconfrontarse…

O simplemente, aún sabiéndolo, me duele que se vayan.

Intento (como aquellas heroínas de alguna antigua película) sonreír con serenidad y “ayudarles a preparar el equipaje” para seguir su viaje. Siento una mezcla de satisfacción y tristeza… Suelto y me despido…


En fin, tras estas reflexiones y confesiones llego a la conclusión de más que madre… ¡yo soy matrona!

1 comentario:

Archivo del blog